Nuclear

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viernes, 22 de febrero de 2008

Vulpes pilum mutat, non mores

O en román paladino "La zorra cambia de pelaje, pero no de costumbres". El tema de hoy me lo ha sugerido uno de los libros que me estoy leyendo y que, cuando me lo acabe, comentaré. El tema principal del libro es un estudio y refutación, sobre todo mostrando las manipulaciones de los datos utilizados, de las teorías científicas y los principales estudios que en los últimos tres siglos han defendido la supremacía racial caucásica.

Por supuesto, aparecen otros aspectos comentados en el libro y uno de ellos es resaltar como es indiferente que una teoría y, sobre todo, los argumentos que la sustenta sean rebatidos. Son perfectamente capaces de reaparecer unos pocos años después

En concreto resalto unos comentarios que se realizan en el libro sobre la oposición al derecho al voto de la mujer en los Estados Unidos de finales del XIX.



Desde mediados del siglo XIX se inicia un movimiento que reclama para las mujeres el derecho al voto y que a pesar de los grandes avances conseguidos, aún no ha concluido.

Curiosamente, en muchos países (por ejemplo España) una de las instituciones que más defendieron el voto femenino fue la Iglesia, debido a que el voto femenino, era notablemente más conservador que el masculino. Lo veían como una manera de acrecentar su capacidad de influir en los regímenes democráticos.

Los contrarios a que se les reconociese este derecho utilizaron toda clase de argumentos, muchos de ellos pretendidamente científicos; así, Topinard decía en 1888:

"El hombre que lucha por dos o más [individuos] en la lucha por la existencia que tiene toda la responsabilidad y las preocupaciones por el mañana, que nunca ceja en su combate con el entorno y los rivales de su misma especie, necesita más cerebro que la mujer, a quien debe proteger y alimentar, [ser] sedentario que carece de vocación interior, cuyo papel consiste en criar los hijos, amar y ser pasiva."

En 1879, Le Bon decía:

"Esta inferioridad es tan obvia, que nadie puede dudar ni un momento de ella; sólo tiene tiene sentido discutir el grado de la misma. Todos los psicólogos que han estudiado la inteligencia de la mujer, así como los poetas y novelistas, reconocen hoy que [la mujer] representa la forma más baja de la evolución humana, y que está más cerca del niño y del salvaje que del hombre adulto y civilizado. Se destaca por su veleidad, inconstancia, carencia de ideas y de lógica, así como por su incapacidad para razonar. Sin duda, hay algunas mujeres destacadas, muy superiores al hombre medio, pero son tan excepcionales como la aparición de cualquier monstruosidad, como un gorila de dos cabezas, por ejemplo; por tanto, podemos dejarlas totalmente de lado".



No sólo resulta discutible por utilizar un argumentum ad populum, si no también porque cuando hay excepciones que incumplen la regla, en vez de hacer lo que debe hacer la ciencia que es buscar una nueva teoría que incorpore las excepciones, dice que no hay que tenerlas en cuenta. Lo peor es que hoy en día hay gente que sigue pensando así...

Si los argumentos "científicos" no son suficientes, siempre viene bien dramatizar y predecir el fin del mundo; Le Bon decía también:

"El deseo de proporcionarles la misma educación, y por tanto, de proponerles las mismas metas, es una peligrosa quimera... El día que las mujeres, olvidando las ocupaciones inferiores que les ha asignado la naturaleza, abandonen el hogar para participar en nuestras luchas, ese día comenzará una revolución social, y desaparecerá todo aquello que mantiene unidos los sagrados vínculos de la familia".

Estos argumentos resultan curiosamente familiares... si resulta que el precedente más directo de la furibunda defensa de la familia no era don Vito Corleone.

Finalmente citar a E.D. Cope, estadounidense, que en 1890 decía sobre el sufragio femenino:

"Si la nación sufriese un ataque de este tipo, comparable con una enfermedad, sus huellas perdurarían a lo largo de muchas generaciones".

Ponía como ejemplo de lo malo que sería para la sociedad esto, algunas de las actitudes que decía empezaban a tener las mujeres; decía que empezaban a ejercer presiones:

"...para impedir que los hombres beban vino y para hacer que fumen tabaco con moderación..."

Y desautorizaba a los hombres que defendían el voto femenino porque:

"...algunos de esos hombres son afeminados y llevan el cabello largo..."

Jo, qué elocuencia.

Los textos están citados del libro "La falsa medida del hombre", de Stephen Jay Gould.

4 comentarios:

Sr_Skyzos dijo...

Nada, ahora nos toca a nosotros y el derecho a casarnos y a adoptar...

Calamitas mediante.

hm dijo...

Sr-Skyzos, si es que somos lo peor, sólo a nosotros se nos ocurre querer acabar con la familia.

Yo de hecho soy tan malo, que como esta semana vea a algún crío con un caramelo, se lo quito... y no pienso ayudar a ninguna ancianita a cruzar la carrtera, ¡hala!

Anónimo dijo...

¿ Una familia? Eso kien kiera, porke yo ni loco!

hm dijo...

Mm, lo bueno de estas cosas es que son a gusto del consumidor... aunque le digo lo que siempre me ha dicho mi padre "nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre".