Nuclear

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viernes, 4 de enero de 2013

Átomo de Oro 2012

Este verano me quedé con ganas de hacer una entrada sobre los juegos olímpicos de Londres. Creía que Michael Phelps se merecía una entrada, pero no lo hice. Como sabéis, el blog estuvo varios meses sin publicaciones (de hecho publiqué dos entradas en noviembre anunciando mi regreso y no he vuelto a publicar hasta ahora, qué cosas).

La cuestión es que me parece que aunque con un poco de retraso, es un buen momento para hacer la entrada y otorgarle el "Átomo de Oro" como personalidad del año 2012.

Con Phelps me ha pasado una cosa que me sucede con muchos deportistas (Valentino Rossi, por ejemplo) y es que al principio de sus carreras me caen mal por algún motivo, pero voy apreciándolos más a medida que avanza esta hasta llegar a una especie de admiración en su ocaso.

Michel Phelps me caía mal por una razón muy sencilla. Ian Thorpe.

Ian Thorpe es un deportista que no me ha gustado nunca. Tan perfecto, tan sonriente... me caía francamente gordo, pero hay que reconocer que fue un renovador de la natación...

Con 18 años sucedió algo que no entraba seguramente en sus planes... en los Juegos Olímpicos de Sidney, en su casa y en el apogeo de su carrera, apareció la nueva estrella de la natación, el hombre que tenía que jubilarle (Sí, Thorpe 18 años, Phelps 15). Phelps era el tío guay que escuchaba a Eminem antes de nadar, que siempre es más molón... y era ciudadano del Imperio, que también ayuda a tener más apoyos que siendo de Australia.

La cuestión es que eso y la sensación generalizada de que era el hombre llamado a batir la marca de Spitz de siete oros en unas olimpiadas hizo que me cayese muy muy gordo... en los Juegos Olímpicos de Atenas se quedó en seis oros y dos bronces, pero en los juegos de Pekín lo consiguió... y ya en esos Juegos empezó la gente a tener otra actitud hacia él... que ya era un viejo de 23 años.

En los Juegos Olímpicos de Londres de este año tenía como reto conseguir el récord absoluto de medallas en unos Juegos Olimpicos y claramente se percibía una cierta hostilidad en la prensa hacia él (y tiempo hacía una clara preferencia a gente como Lochte)... lo cierto es que terminó de caerme bien por que, subidos al carro de la crítica gustosa, la sensación que tenía es que existía un deseo generlizado en la prensa de fracasase... y el hecho de que se le hubiese jubilado tan pronto, provocó que de la cierta simpatía que ya le tenía, pasase a ser un incondicional.

Phelps se convirtió finalmente en leyenda con sus 22 medallas. Nadie como él interpretó el legado que supuso la revolución de Thorpe para la natación y, al igual que en su momento la de Spitz, ha establecido una marca llamada a durar eternamente, dure lo que dure esa eternidad.


Phelps se retira como un viejo de 28 años y tras haber visto como iban y venían las mareas de la prensa.