Nuclear

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jueves, 12 de marzo de 2015

La boca del lobo

En esta vida siempre se toman malas decisiones, aunque lo cierto es que en su momento no sueles ser consciente de ello. Lo malo muchas veces no es el hecho de cometer el error, es perseverar en él, como un jugador que se obstina en perder con la esperanza de resarcirse o, aun peor, pisar sobre las propias huellas pensando que es posible volver al momento que fuimos. Se supone que la estadística y los conos de luz (que y a sabéis que es una explicaciones de física favoritas) nos deberían sacar de estos errores, pero tan humano tropezar una y otra vez con una piedra que, a veces, casi podríamos llamarla "nuestra piedra".

No deja de tener su gracia que escriba este párrafo ahora que vuelvo a escribir en el blog después de tanto tiempo, años, quién lo diría. Pero bueno, en ningún lugar consta que la monogamia aplique a la relación con las piedras.

Ariel Rot siempre tuvo una habilidad especial para escribir historias o canciones de desesperanza. Nada como la conmiseración para levantar el ánimo.